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divendres, 10 de febrer del 2012

Entrevista a Carlos Zanon autor de 'No llames a casa'




Con 'No llames a casa' Carlos Zanon acerca a la novela negra esa realidad canalla que a veces no queremos ver. Unos jóvenes de mala vida se dedican a tomar los números de las matrículas de los coches de las casas de citas para hacerles chantaje, aunque es un negocio seguro no todo les saldrá a pedir de boca. Esta novela será llevada a la gran pantalla dirigida por Daniel Carparsoro


..."no me veo llevando a mi hijo a un curso de hípica o agobiándome por las fluctuaciones bursátiles"...


Son muchas las novelas negras ambientadas en Barcelona. ¿Qué crees que tiene Barcelona que no tengan otras ciudades para el autor del género?

Hay aspectos literarios y otros no tan literarios. Es cierto que Barcelona es fronteriza. Conviven dos lenguas, dos mundos. Es cierto que es una ciudad de un país que siempre ha perdido todas las guerras. Portuaria, mediterránea, una mezcla especial de lumpen y burguesía estupendísima. Y también es verdad que al no ostentar poder, Barcelona ha valido lo que los demás han dicho de ella. Sin artistas, Barcelona no es nada.

Y luego está el hecho de que existe una industria del libro (editoriales, agentes, lectores, escritores) y una sociedad civil que se ha esmerado en ser y parecer culta.


En “No llames a casa” todos pierden. ¿Te gustan especialmente los perdedores como personajes literarios?

El perdedor tiene más interés literario. El conflicto, las sombras están en querer ganar y perder. En toda victoria siempre hay cien derrota. Ganas el éxito pero pierdes amigos, amores, tu entorno, el alma. El perdedor no es mejor tipo que el ganador. Es sólo que al perder tiene varias historias qué contar.


     Uno de los ambientes que abordas en la novela es tan marginal que los protagonistas llegan a vivir en coches, locales abandonados o en pisos prestados y está poblado por extorsionadores de poca monta, por jugadores de cartas, por yonquis, por asesinos potenciales… ¿Sientes predilección por los ambientes más canallas? Pareces tener un profundo conocimiento de este tipo de contextos. ¿Te has documentado al respecto?

No, no lo creo. Me siento cómodo. Los entiendo. Me veo ahí y, en cambio, no me veo llevando a mi hijo a un curso de hípica o agobiándome por las fluctuaciones bursátiles.


El final de “No llames a casa” es imprevisible, una sorpresa para el lector y una forma original de explicar de qué es capaz una persona llevada a una situación límite. En ese sentido ¿todos somos posibles asesinos?

Dadas las circunstancias, podemos hacerlo. Para quitarnos un problema de encima. Porque no haya testigos. Etc.


 “No llames a casa” es una historia que habla de amor y de desamor, de pasiones arrebatadas y de rutinas demoledoras, pero sobre todo es una historia de dependencia emocional en la que casi todos creen necesitar a alguien, a una persona concreta para seguir viviendo. ¿Tan frágiles somos?

Sí, mil millones de canciones pop nos recuerdan que solo seremos felices si amamos y nos aman. En la ciudad si no tienes quien le importas te puedes morir en tu casa y los vecinos te echarán a faltar a partir del séptimo día.


¿A qué autores negro criminales actuales admiras? ¿Qué destacarías de sus obras?

Soy un lector de todo. En negra, me gustan Julián Ibáñez, Andreu Martín, Marc Pastor, Juan Madrid, González Ledesma, Raul Argemí, Fallarás, Cristina Giménez-Bartlett y de fuera de aquí, James Ellroy, los clásicos Hammet, Chandler, Cormac McCarthy, Patricia Highsmith. ¿Qué destacaría? Que quisieron ser ellos mismos a pesar del traje que se pusieron en cada novela.


Empar Fernández

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